martes, octubre 30, 2007

Historias Bizarras nº 2

Llevaba casi cinco años viviendo solo. No es que hubiera sido una elección personal por mi parte pero, ya saben, las cosas suceden así. Un día te encuentras una nota sobre la mesa en la que te explica que está harta de la rutina, que necesita nuevas experiencias y no me acuerdo de cuantas cosas más. Que le vas a hacer. Tampoco te vas a pasar la vida llorando.
Vivir solo tiene sus ventajas. Te vas montando tu rutina cotidiana más o menos a tu conveniencia. Por ejemplo, cuando vuelvo a casa de la oficina lo que más me gusta es ponerme las zapatillas, agarrar un buen libro y escuchar un viejo vinilo de Charlie Parker. Ella nunca lo soportó. Esperaba una descripción milimétrica de lo que había sido otro aburrido día en la oficina en la que trabajo desde hace 20 años, idéntico a todos los demás.
No hace mucho, algo inesperado sucedió en el salón de casa, mientras leía con atención mi libro y escuchaba mi viejo vinilo de Charlie Parker. Sonaban las notas del saxofón nervioso de Bird cuando la escuché por primera vez: “¿Hola?”. Mis ojos levantaron la vista de las páginas del libro en busca del origen de la voz. Pensé que había sido algún tipo de alucinación auditiva causada por el éxtasis intelectual en el que me hallaba inmerso. Si, yo soy así de pedante. Visto que continuaba tan solo como de costumbre, proseguí con mi ilustrativa tarea, cuando de nuevo volví a escucharla: “¿puedes oírme?”. Salté inmediatamente del sillón. Aquello empezaba a pasar de castaño oscuro. ¿Se había colado un intruso en casa? ¿Y si era peligroso? ¿Qué es lo que quería de mi? ¿dinero, joyas, mi cuerpo? Por más que miraba no encontraba ni rastro de nadie en todo el apartamento.
Podría haber quedado todo como una especie de alucinación, o incluso una suerte de psicofonía de viva voz, pero el caso es que volví a escuchar aquella voz femenina una vez, y otra, y otra más. La voz no respondía a ninguna pregunta que hiciera referencia a quien era o de donde diablos venia. No, ella se limitaba a hacerme pequeños recordatorios cotidianos, como que me acordara de subir el pan de la panadería, me dictaba recetas de cocina, me preguntaba si era feliz o simplemente me daba las buenas noches a la hora de acostarme.
Seguramente, otra persona ya hubiera acudido a algún exorcista, o a algún cazafantasmas, pero yo estaba empezando a encontrarme cada vez mas cómodo con esa misteriosa voz que me recibía cariñosamente cuando llegaba a casa. Por alguna razón, me encantaba abrir la puerta, ponerme las zapatillas, colocar el disco en la gramola y conversar suavemente, casi en susurros, con la misteriosa voz.
De un tiempo a esta parte, me siento una persona nueva. La soledad no es más que un recuerdo casi olvidado y he recuperado sensaciones que creía habían terminado para mi. Cuando escucho su voz, mi corazón late fuerte, como un colegial en su primera cita. ¿Qué quieren que les diga? Creo que me estoy enamorando. Ahora, si me disculpan, he de proseguir una conversación que teníamos pendiente. “¿Hola?”. Hola.

FÍN

domingo, octubre 28, 2007

Historias Bizarras nº 1

De repente, abro los ojos. Me encuentro desorientado, todo es confuso. Siento un terrible dolor en la parte posterior de mi cabeza. No logro recordar que ha pasado. Intento reconstruir los pasos que me han llevado hasta este mismo instante, pero a duras penas logro recordar quien soy ni como me llamo. Este maldito dolor está acabando conmigo, aunque estoy seguro que debe haber cosas peores en la vida.
Acabo de darme cuenta que no puedo moverme. Intento levantar el brazo pero hay algo que lo bloquea. Tampoco me responden las piernas. Comienzo a estar algo más nervioso, pero parece que el dolor de la cabeza empieza a remitir. En cambio, cada vez hace más y más frío. Frío y humedad que se me cala hasta los huesos. Como me gustaría salir corriendo de aquí, escapar… Ni siquiera se porqué ni de qué debo escapar. Tampoco sabría a donde ir. No reconozco este lugar. Me siento débil.
El agua me llega ya hasta el cuello. Respirar es cada vez más complicado. Cuando llega la ola intento contar mentalmente los segundos que voy a permanecer debajo del agua. Uno, dos, tres, cuatro…es fácil, me ayuda a no perder los nervios. Ahora empiezo a recordar quien soy y porqué estoy aquí. Quizás debería pensar que me lo merezco, pero, ¿de verdad hay alguien que pueda merecer esto?...Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis…
¿Saben aquello de que cuando vas a morir puedes ver lo que ha sido tu vida a modo de película? Es mentira. Tengo demasiado frío, la arena está fría. No puedo pensar con claridad. Por dios, que esto termine ya…siete, ocho, nueve, diez…onc…

FÍN

Primer relato públicado en este blog. Igual no es el último. O sí.

lunes, octubre 22, 2007

Decálogo del Séptimo Arte

Ahora que los coreanos y los americanos no tienen ni puta idea de hacer cine, y hacen películas más malas que el baladre, el gañan, perdón, el Marcial, ofrece las claves para que las peliculillas vuelvan a ser boniquetas. Dales duro.

sábado, octubre 20, 2007

The British Film Festival

A mí el cine inglés como que no me hace mucha gracia. Cierto, me encantan los Monty Python, Rik Mayall y ese tipo de cosas, pero no le acabo de pillar el punto al costumbrismo britanico y a ese look tan particular (que tienen en común con el cine australiano, el sudafricano, el neozelandés y étceteras de la Commonwealth), frio, lluvioso y ladrillero.
Es por eso que, haber visto dos pelis inglesas en menos de 24 horas es para mí como haber asistido a un festival completo de cine de ese país donde desayunan judias de lata. He de admitir que las dos cintas no podían ser mas antagonicas.

La primera: Un Funeral de Muerte.

Con ese título y un enano en el poster la cosa no presagiaba nada bueno. Tenía más razón que un santo. Un par de chistecillos y el resto parecía teatrillo de barrio, buscando la risa seria (esa que les gusta a los gafapasteros, que se rien como diciendo "mira que soy guays"). El director es Frank Oz, un hombre que surgió de dirigir episodios de Barrio Sesamo -en serio-, hizo alguna buena como Cristal Oscuro y en los ultimos años debe haberse dado a las drogas duras, porque la peli es excelente, pero como somnifero para los que tienen sobredosis de Red Bull.

La segunda: Hot Fuzz (Arma Fatal)

Esta es otra de tantas de las que se me escaparon en Sitges. Tenían razón. Es un peliculón. Dura dos horas que pasan volando. La dirección es buena, el guión también y los actores están magnificos (incluso Timothy Dalton). La historia navega entre la parodia policial y un episodio de Dylan Dog (no diré más) salpicado con más escenas gore que en la primera entrega de Viernes 13. Algo exagerado. No puedo hacer otra cosa que recomendarla encarecidamente.

Ahora necesito otra inglesa para hacer un diagnostico más acorde. A ver si alguien me recomienda otra. Dependiendo de lo que vea decidiré si arrojo al pozo de los desechos mi esperanza en el cine brit o, por lo contrario, me hago un fan fervoroso del género y termino viajando a Manchester para ir a un concierto de Kasavian vestido de la guardia real. Tiempo al tiempo.

lunes, octubre 15, 2007

Se acabó lo que se daba

Otro festival de Sitges más. O menos, según se mire.
El oráculo se equivocó en sus predicciones (ya lo decía yo) pero al menos ha sido un buen festival. Hablo únicamente en lo que respecta al cachondeo que hemos montado de acá para allá, porque de las películas mejor ni hablemos. Que a mi me ha gustado Invisible Secret (una de ostias finas made in HK) Rec (la del Balagueró, que ha resultado ser la mejor de su carrera) y la del Kitano, que se rie de todos sus fans y de su filmografía, gesto que le honra. Y pare usted de contar.
Lamentablemente, no estuve en plena forma debido a una gastroenteritis o algo parecido, de lo cual aun me estoy intentando recuperar, pero pude conocer a Castellari y charlar con él sobre caspas locas como Stryker, proyectar un corto en sección oficial (y que aparezca en IMDB -ahora solo falta que añadan mi nombre, leches-), colarnos con entradas falsas en el Retiro, hacer piña con los allzineros (buena gente todos), beber más tónicas que el hombre de la idem y caminar más que los corredores de la maratón de Nueva York. A ver cuando ponen una linea de metro en Sitges: próxima parada, Auditorio Meliá.