jueves, diciembre 07, 2006

Música de Cinema Paradiso, ahora.

1983. Tenia yo 11 años y mi barrio era aun como de película de Miyazaki, con sombras alargadas que se dibujaban en el pavimento veraniego y muy poquita gente en la calle. Pasábamos las tardes devorando Mi Meriendas (solo por el cromo, que era un señor de plástico para jugar al minifútbol con bolitas de papel) o Sandokanes, jugando en las calles como se hacia antes y viendo más tarde los dibujos animados en la tele, como se hacía antes.
En la esquina que da a mi bloque había una papelería llamada Nanos, que llevaban dos señoras encantadoras. Allí compraba las cartulinas y los folios para el colegio. Afuera tenían colgadas toda clase de revistas, entre ellas el Don Balón, el Papus y algunas pornos chusqueras de la época. Dentro, en su escaso muestrario de estanterías se podían encontrar algunas joyas, como la revista VideoTema, que después de ahorrar las125 pesetas que costaba me pude comprar aquel número que iniciaría mi adicción a esto del cine raro (no hay más que ver lo que lanzaban las editoras en aquellos tiempos, antes de la llegada de las multinacionales a dar por culo), algunos tebeos infantiles de Mortadelo, Spiderman y Don Miki y...El Vibora.
Mi primer contacto con aquella transgresora (y en agonizante edición hasta hace muy poco) revista no fue, sin embargo, en aquella papelería. Durante unas semanas hospitalarias infantiles, debido a una puñetera pulmonía que coincidió con el (glorioso) estreno en cines de El Ete y el Oto, le choricé al mucho mayor compañero de habitación un numero de la revista, algo que me dejó trastornado por siempre debido al despliegue de sexo, drogas y experimentación artística de dicha publicación. He de decir que aquel muchacho se cabreaba de lo lindo cuando se la cogía sin su permiso (la revista), pero ni que a mi me importara un carajo su cabreo.
Meses más tarde me la encontré de nuevo en la estantería de la Nanos, aquel número con portada de Carratalá de la india en pelotas. Junto a un amiguete un año mayor que yo la ojeábamos, haciendonos mil pajas mentales sobre los tesoros que se escondían entre sus paginas. Como no podíamos comprarla dibujábamos nuestras propias versiones de aquello que imaginabamos saldría en aquel numero: travestidos folladores, drogadictos pandilleros y extraterrestres que se introducían en los cuerpos humanos a través de huevos inyectados en la sangre. A saber donde estarán todas aquellas aberraciones infantiles.
Mi sueño recurrente de la época era dar un salto en el tiempo. Despertarme adulto y gastarme todo el dinero que pudiera en tebeos. Hoy que ya soy adulto no se edita ninguna revista de cómics, y si lo hicieran ya no seria como en los 80. Benditos 80.
Hace poco he comenzado a pujar por lotes de cómics en el Ebay, gastándome un dineral en tebeos. Me lo debo a mi mismo. Al yo de hace veintitantos años. El estaría orgulloso de haber cumplido su sueño. Hoy me ha llegado una de esas cajas y al abrirla me he reencontrado con el, con mi yo de los 11 años, cuando he sacado de la bolsa aquel número de El Vibora con la india en pelotas. No se donde queda ya aquel Dominguito con 11 años, pero donde quiera que esté seguro que sonríe porque ya tiene el tebeo que quería. 23 años más tarde, eso si.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Que cabrón! Si tienes una persona sensible dentro capaz de emocionar al mismisiomo malo de James Bond. Esta historia da para una película (vígila que no te meta mano el Mercero o el puto Milikito), más sincera y verdadera que el bluff ese de PLANTA 4. A ver si el Stan lee español (que no sé quien puede ser) la vé y se convierte en tu mecenas!
Bueno, me voy al Mercado Medieval de los cojones. Ayer compré una lata de anchoas la mar de medievales, con su escudo y todo. Todo el mundo sabe que en esa época ya envasaban las anchoas y les ponían etiquetas hechas a mano. Que tiempos aquellos! Casi tan buenos como los 80...

10:44 a. m.  
Blogger karma said...

el mi merienda estaba en mi infancia tb :O es mitico, apenas estaba bueno, sencillo pero con clase.

1:27 p. m.  

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